La chica del té

Era de esos días donde el sol sale y piensas que será un lindo día para caminar pero, no se conoce el sucio juego de las nubes planeando chocar entre ellas y producir una torrencial lluvia provocando así: dañar cualquier plan que incluya alguna actividad al aire libre. Y claro, este fue mi caso, quede torpemente estropeado, o mejor dicho, mojado por toda la lluvia. Mejor les cuento exactamente lo ocurrido.

Volvía de caminar cuando el sucio juego de las nubes inició. Empecé a correr cuando las leves gotas de lluvia acariciaban mi cuerpo, pero sabiendo que no llegaría a nada ya que me encontraba lo suficientemente lejos de mi hogar. Ya a mitad de camino la lluvia se intensificó y no podía hacer nada. En eso, cuando caí en cuenta de lo empapado que estaba, volteé a ver a esta chica la cual se reía de mi penosa situación.

Sentada en las escaleras de su casa, protegida por el balcón del segundo piso, estaba ella. Vestida con un suéter de esos donde apenas puedes ver tus manos. Entre ellas aquella chica sostenía una taza, la cual al parecer tenía café. Me acerco a ella mientras ríe y cubre su risa colocando la taza casi en sus labios. Cuando me aproximo a ella, noto que de su taza cuelga la típica etiqueta que te da entender que no es café, sino una taza de té.

Cuando estoy frente a ella, bajo el balcón, ella para de reír y toma un sorbo. Luego me mira, con esos ojos color café, y lo único que dice con su tierna voz es: ¿Quieres una taza de té?

La lluvia, un espectáculo natural, que hay veces que hace florecer emociones o te daña los planes de ir por ahí, me trajo esta vez: una taza de té y una hermosa chica con quien compartirla.

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