Cliché de fin de año

La vida da vueltas así como el planeta también. Hoy estamos aquí pero mañana estaremos en un futuro que actualmente desconocemos. Aunque, cabe decir, que cada año la tierra vuelve a su lugar de inicio, pero, que hay de la vida, que hay de ella y de sus giros inesperados.

Sin duda alguna, la vida es todo menos estática. La vida se rige por el cambio mismo. Sin cambios no hay vida, sin latidos tampoco. Cuanto cambia la vida, o más bien, cuantas sorpresas te trae la vida en un año.

Nuevas amistades, nuevos amores y, viejos también, nuevas experiencias, nuevas pérdidas, al final es lo mismo: un conjunto de nuevos latidos ligados con él, dulce o amargo, sabor del ayer. Al final, la pregunta es esa, si el año que pasa será un pasado digno de recordar o una pesadilla más.

Llantos de sonrisas, cartas de vida, amores desechables y otros no tantos, corazones rotos y platos también, sueños tangibles, decisiones binarias, felicidad en la distancia, lluvias que curan, desastres y eventos en la memoria, música en las venas, el tic-tac de la vida.

La vida es eso y mucho más. La vida es, todo y nada a la vez, tú decides que parte del pastel comer. Un año de nuevos sueños, similares a los anteriores, que se desvanecen en el transcurso de los meses. Al final, solo hay que recordar, ser constantes y siempre saber que el futuro, está más cerca de lo que parece.

Feliz fin de año y feliz año nuevo.

A la intemperie

Llegaste a tocar la parte más frágil de mí, me hiciste débil y ahora ya no estas. Siento que estoy a la intemperie donde ojos que no veo me observan y analizan cada movimiento que hago, me ven como una presa más y ya imagino sus garras sobre mí. Huir no vale la pena pues todo es oscuridad, mientras más corro más perdido me encuentro, ya no creo que luz vaya a encontrar.

Las lágrimas son mis fieles acompañantes. Aquellas lagrimas que viajan entre la epidermis de la cara te hacen sentir vivo y frágil. Pero hay otras, que no logran encontrar un mundo más allá de los ojos, esas son lagrimas interiores que destruyen el alma y arrasan con todo a su paso. Aunque he sentido las primeras, estoy lleno de las últimas, por eso cada día siento que no puedo, siento que un día una implosión acabará conmigo.

Y es que no se para que corro, para que huyo, no sé a dónde me dirijo. He perdido lo único que quería, estaba cien por ciento seguro, pero ya no estás. Terminaré cayendo en esta terrible oscuridad y dormiré eternamente mientras todos comiencen a olvidar.

La chica del té

Era de esos días donde el sol sale y piensas que será un lindo día para caminar pero, no se conoce el sucio juego de las nubes planeando chocar entre ellas y producir una torrencial lluvia provocando así: dañar cualquier plan que incluya alguna actividad al aire libre. Y claro, este fue mi caso, quede torpemente estropeado, o mejor dicho, mojado por toda la lluvia. Mejor les cuento exactamente lo ocurrido.

Volvía de caminar cuando el sucio juego de las nubes inició. Empecé a correr cuando las leves gotas de lluvia acariciaban mi cuerpo, pero sabiendo que no llegaría a nada ya que me encontraba lo suficientemente lejos de mi hogar. Ya a mitad de camino la lluvia se intensificó y no podía hacer nada. En eso, cuando caí en cuenta de lo empapado que estaba, volteé a ver a esta chica la cual se reía de mi penosa situación.

Sentada en las escaleras de su casa, protegida por el balcón del segundo piso, estaba ella. Vestida con un suéter de esos donde apenas puedes ver tus manos. Entre ellas aquella chica sostenía una taza, la cual al parecer tenía café. Me acerco a ella mientras ríe y cubre su risa colocando la taza casi en sus labios. Cuando me aproximo a ella, noto que de su taza cuelga la típica etiqueta que te da entender que no es café, sino una taza de té.

Cuando estoy frente a ella, bajo el balcón, ella para de reír y toma un sorbo. Luego me mira, con esos ojos color café, y lo único que dice con su tierna voz es: ¿Quieres una taza de té?

La lluvia, un espectáculo natural, que hay veces que hace florecer emociones o te daña los planes de ir por ahí, me trajo esta vez: una taza de té y una hermosa chica con quien compartirla.

Laberinto

Nunca me percate de cuanto se había extendido el laberinto, a extensos lugares oscuros, lugares llenos de peligro y dolor, aquellos lugares donde hay soledad y el temor se apodera de uno. Desesperado mas que nunca, sufriendo lentamente mientras mas pasan los días, las paredes se transforman y me voy volviendo claustrofóbico en esta situación. Confundido, no se a donde coger, no se si son vueltas en círculos o que, pero las ganas de morir crecen y el final cada vez más lejos. Mi única compañia son estas paredes tristes y malhumoradas al igual que yo. Aquí estoy y me quedaré esperando el fin que me espera. El dolor y el extenso camino me venció.